Más un centenar de migrantes hondureños salieron este viernes en caravana hacia Estados Unidos, conscientes de que las posibilidades de llegar son muy escasas por el riguroso control que ejercen las fuerzas de seguridad de México en su frontera sur con Guatemala.
De la pequeña caravana, que se comenzó a concentrar en las primeras horas del jueves en la terminal de autobuses de San Pedro Sula, en cuyas áreas verdes y al aire libre los indocumentados durmieron anoche unas pocas horas.
Es el caso de Ana Rosa, de 48 años, procede de Ciudad Nueva, donde se dedicaba a la venta de tortillas de maíz. Actividad que le dejaba 100 lempiras (77 pesos mexicanos) diarios de “ganancia”, lo que no es suficiente para una familia tan numerosa como la suya.
OPORTUNIDAD DE “DIOS”
De la segunda caravana en lo que va de 2020, dijo que se enteró por los medios de comunicación y que decidió venirse desde su comunidad con su hijo menor, de ocho años, y con una hija de 20, que le ha dado dos nietas, de las que una, de tres años, les acompaña ahora.
Sobre la caravana, no sabe hasta dónde llegarán, pero cree que Dios le ha dado la “oportunidad” desde que salió de su comunidad, “porque él tiene un propósito para mí”.
La mayoría de los migrantes son jóvenes y muy pocos han querido hablar con los periodistas. Algunos piden dinero y afirman que llegaron deportados el miércoles y el jueves por vía aérea y terrestre desde México, reporta EFE.